Terremotos
Encuentran la
manera de predecirlos.
Un
grupo de científicos logró registrar el cambio de comportamiento de los
animales salvajes antes de un terremoto, y descubrió a qué fenómeno está
ligado. Se trata de un importante aumento de iones en el aire del área
afectada, cuyo registro permitiría perfeccionar la predicción del riesgo
sísmico a corto plazo. Analizando los registros de cámaras localizadas en el
Parque Nacional Yanachaga, en Perú, se observó que, 23 días antes del terremoto
de 7,0 grados Richter que tuvo lugar en 2011, se redujo de manera dramática el
número de avistamientos de animales, reduciéndose de unos 23, promedio
habitual, a menos de cinco. Este proceso fue profundizándose, a punto tal de
que en cinco de los siete días anteriores al terremoto no se registraron
movimientos de los animales, algo completamente extraordinario. Si bien esta
reacción de los animales salvajes ante la inminencia de una catástrofe natural
ha sido mencionado muchas veces, esta es la primera que se la vincula a un
fenómeno complementario preciso: dos semanas antes del sismo, comenzaron las
perturbaciones en la ionosfera, por encima de la zona que rodea el epicentro.
Ocho días antes, se registró una fluctuación de iones muy grande que coincidió
con la drástica disminución de la cantidad de animales. La idea es que ambas
anomalías se deben a la misma causa: la actividad sísmica que causa una
acumulación de tensión en la corteza terrestre, lo que lleva a la ionización masiva del aire; y esto
produciría efectos secundarios desagradables en animales, como un aumento en
los niveles de serotonina en el torrente sanguíneo, que puede conducir a
síntomas tales como inquietud, agitación, hiperactividad y confusión. Es decir,
aquella inquietud animal que precede a las catástrofes, ahora explicada y
entonces posible de ser prevista por la ciencia.
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