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domingo, 8 de febrero de 2015

Un acercamiento de otro tipo a la naturaleza

Un acercamiento de otro tipo a la naturaleza

La verdadera pregunta es, sin embargo, qué posibilidades tiene el arte de cambiar estas circunstancias, y si –como lo plantea Andrew Bowie en su libro Aesthetics and Subjectivity: From Kant to Nietzsche (1993)- la experiencia estética se puede erigir en un lugar desde el cual sea posible articular un acercamiento de otro tipo a lo natural; un acercamiento que no esté sometido a una concepción falsa o limitada por la razón.

La respuesta a esto debe ser un momento de detención, en el que se repiense el desarrollo de la relación del ser moderno con la naturaleza. Se debe analizar las razones del fracaso de esa relación y, a partir de allí, la relación debe reinstalarse, tanto como sea posible, en la perspectiva del presente, para volver a otorgarles la relevancia que les corresponde a los procesos sensibles de acercamiento, que fueron restringidos en nombre de los métodos verificables de la ciencia. Por mucho que la modernidad iniciada en la ilustración nos parezca hoy un periodo agotado que, como sabemos, fue objeto de análisis en los más diversos estudios y debates que dominaron las últimas dos décadas, queda igualmente claro que el horizonte de expectativas estéticas y políticas que constituye la modernidad, como fuera correctamente expresado en el ya citado libro de Jauß, sigue siendo un proyecto incompleto por lo menos para la gran mayoría.

No sería entonces descabellado intentar volver a los fundamentos originales desde los cuales, al inicio de la modernidad filosófica, se aspiró a modelar el pensamiento crítico por medio de la estimulación del juego libre de la fantasía y del entendimiento, y esto sobre la base del modelo que ofrece la relación de las “artes libres” con la belleza. La estética nos recuerda –así lo plantea Bowie en el libro ya citado- que hay otras formas de ver lo natural y el actuar humano, que la belleza de la naturaleza no debe asirse a una función y que la propia naturaleza tampoco debe en ningún caso ser vista simplemente como un dispositivo que –siguiendo la lógica de la ciencia moderna- puede ser utilizado y abusado.

Vistas así las cosas, no es casualidad que desde los años 60 del siglo XX vivamos una suerte de renovación de la estética de la naturaleza, que se rebela contra la represión fomentada por la modernidad artística a inicios del siglo XX, que como se recordará, fue ejercida por partida doble: por medio del debilitamiento de la naturaleza cósmica y a través de la opresión del sujeto, como lo planteó Jauß.


Testimonio de lo anterior son los innumerables inventos de artistas como Walter De Maria, Richard Long, James Turrell, Dennis Oppenheim o James Pierce, por nombrar solo unos pocos, que comenzaron a recuperar la presencia de la naturaleza para el arte contemporáneo. Sus trabajos le devolvieron a la naturaleza, sin excepción, la grandeza e importancia que había perdido.

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