Autismo y Síndrome de Asperger
Usualmente en las parejas, el hombre y la mujer tienen
diferentes preocupaciones, por ejemplo, la mujer centra su atención en las
características físicas del bebé que traerá al mundo; se preocupa por el color
de sus ojos, su peso, su estatura, color de piel o cabello. También procura
tomar vitaminas y una correcta alimentación para brindar un buen desarrollo al
producto creciente en su vientre.
El padre, por el contrario, ocupa su tiempo en qué tipo
de deportes le enseñará, qué profesión elegirá y a qué universidad aplicará.
Ambos padres se emocionan a la hora de comprar ropa, juguetes y muebles que
tendrán lugar en la habitación del bebé. Incluso también imaginan que clase de
estudiante será, los amigos que hará y la nuera/yerno que sueñan para su
hijo/a.
Otro aspecto que procuran cuidar es asistir puntualmente
a las consultas y ultrasonidos que el médico solicita con el fin de evitar
enfermedades físicas y/o mentales. Intentan tener la mejor atención médica con
la finalidad de tener un embarazo bueno y un parto favorable.
Una vez nacido el bebé todas estas fantasías son
remplazadas por responsabilidades y pensamientos más enfocados en el presente.
Luego de un tiempo, uno o ambos padres tendrán que regresar al trabajo, el bebé
o aún niño, dejará de recibir la constante atención y de ahora en adelante
muchas cosas de su comportamiento pasarán desapercibidas.
Pero, muchas personas y padres desconocen que es el
autismo, y por lo tanto, no conocen que es el síndrome de Asperger. El presente
trabajo expondrá las diferencias entre el autismo y el síndrome de Asperger, ya
que, es importante conocer el tipo de condiciones en que viven muchas personas
sin siquiera saberlo, y como aquel hijo/a, padre, madre, amigo o vecino vive en
su “mundo”.
No hay diagnóstico claro ni forma de saberlo con certeza.
Algunas personas que padecen Asperger tienen un coeficiente intelectual bajo,
mientras otros, incluso con autismo más grave, son considerados genios en
algunas materias. Algunos pueden desenvolverse tan bien en las sociedades que
nadie se da cuenta, mientras otros deben ser internados. La diferencia entre
Asperger y Autismo a veces se resume a una conclusión: que una persona con
autismo vive en su propio mundo, mientras que una con Asperger vive en el
nuestro, pero de una manera que ella misma ha elegido. Según estos criterios,
se podría argumentar que la mayoría de la gente padece Asperger.
Según al diccionario enciclopédico, autismo se define
como “polarización de la vida psíquica
hacia el mundo interior del enfermo, con el consiguiente desinterés por su
mundo exterior”[i][1] Esto quiere decir
que la persona que padece este tipo de enfermedad, está encapsulado en su
propio mundo. Está tan enfrascado en él, que se olvida y se aparta totalmente
de lo que sucede en el mundo “real”. Esto crea un conflicto con las personas
cercanas al enfermo, ya que, no saben interpretar su propio lenguaje y las
características de su mundo. El autismo se manifiesta y es diagnosticado en los
niños de 18 meses a 3 años de edad. Esto es algo difícil de identificar, pero
las demostraciones más comunes de esta enfermedad son la falta del habla,
especial atención en objetos, renuencia en seguir una rutina específica y en
algunos casos, comportamiento violento.
Las personas allegadas a estos individuos les cuesta
relacionarse con ellas, pero hay una serie de métodos y actividades que
permiten la relación e interacción de una autista con un sujeto “normal”. La
forma más acertada de acercarse a un autista es intentar sentir y pensar como
la persona enferma lo haría. Esto nos llevará a entrar a su mundo poco a poco y
comenzar a entender, en otro grado, al individuo enfermo.
El Asperger es un espectro autista, es decir, un grado de
autismo, pero con menor fuerza que éste. Incluso dentro del autismo hay
diferentes grados de intensidad. Con esto, la doctora inglesa Lorna Wing dice: “La
gente con Síndrome de Asperger percibe el mundo de modo diferente de todos los
demás. Encuentran que las demás personas somos extraños y confusos (…) alguien
con SA nos cuenta cientos de cosas apasionantes sobre horarios, números,
diferentes variedades de verduras o sobre los movimientos de los planetas (…) ¿por
qué somos tan ilógicos comparados con la gente con SA?”[2]
Se entiende entonces que el SA es un tipo de
autismo pero con un grado de conciencia mayor que de una persona con autismo.
El individuo está más consciente del mundo exterior, pero aún vive dentro de su
mundo interior. Participa brevemente en intercambios sociales, ya que estos, no
son de su interés. Este sujeto esta intensamente interesado en fechas, números
u otro tipo de datos que son parte de su mundo y lo conforman en gran medida.
Acercarse a una persona con SA no es tan
difícil como con un autista. Para relacionarse con un individuo que tiene este
padecimiento, es necesario conocer lo que le aficiona e involucrarse en esta
“fascinación” para después ganar su confianza y crear una camaradería donde la
persona con SA se siente a gusto y por consiguiente, se desenvuelve un poco
más.
Una persona con TEA (Trastornos de Espectro
Autista) presentan dificultades en las siguientes áreas: “alteración del desarrollo de la interacción social recíproca,
alteración de la comunicación verbal y no verbal, repertorio restringido de
intereses y comportamientos, problemas de conducta y emocionales, epilepsia y
trastornos de sueño y alimentación”[3] Esto significa que la persona con SA tiene
un problema para relacionarse socialmente con individuos extraños a su círculo
social común, tiene problemas para comunicarse tanto verbalmente como
físicamente, presenta un interés poco común en objetos inanimados u otras
actividades, mantienen problemas de atención e incluso se deprimen seguido.
Pueden desarrollar la epilepsia y trastornos con respecto a la comida y el
sueño.
Se puede decir que el síndrome de Asperger y el Autismo
son enfermedades mentales poco conocidas, pero en cambio, muy presentes en las
sociedades del siglo XXI. En la actualidad, las personas con dichas enfermedades
cuentan con la posibilidad de integrarse de mejor manera mediante terapias
alternativas.
Dentro
de las terapias más conocidas, como la delfinoterapia y equinoterapia, se
implica una relación humano-animal cuya finalidad es establecer seguridad, fortaleciendo
la demostración de sentimientos y la personalidad del individuo. Los animales
involucrados (caballos y/o delfines) al ser sensitivos-sensoriales, crean un
vínculo de amistad y confianza con el paciente, permitiendo una mejor
convivencia con personas cercanas a ésta.
Existen
diversas terapias más, entre ellas, las humanistas. Éstas se enfocan únicamente
en el vínculo humano-humano y tienen el mismo fin que las que involucran
animales: fortalecer los vínculos de amistad, confianza, seguridad y demostración
de sentimientos y personalidad con otras personas que no pertenecen totalmente
a su “mundo”. Entre este tipo de terapias sobresalen la Gestalt y bodytalk.
Estas
personas tienen una forma determinada de comportarse y expresar sus
sentimientos, se podrían comparar con un bebé. Nunca se sabe si tiene hambre o
algún tipo de molestia; con el tiempo los padres aprenden a leer sus
comportamientos y satisfacer sus necesidades de la mejor manera posible.
Para
entrar al “mundo” de este tipo de personas, hay que saber acercarse. Saber que
gustos tiene, qué es lo que lo apasiona y según esto, comenzar a acercarse
paulatinamente. Hasta crear un vínculo de amistad y camaradería como antes se
mencionaba.
Personas
con Asperger o Autismo tienen una inteligencia y una memoria sorprendente, pero
están tan enfrascados en su realidad que no la demuestran como una persona
común lo haría. No queda más que apoyar a individuos con estos padecimientos
tan raros y no discriminar, comprender que todos somos distintos y con
diferentes capacidades que nos hacen crear nuestra propia realidad, fuera del
mundo común.
Nelson Mandela dijo “Si hablas con un hombre en un idioma que comprenda, le va a su cabeza. Si hablas con él en su idioma, le va a su corazón”
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